Mi biblioteca I: Gelfand y su toma de decisiones en el ajedrez posicional.


Cuando compro un libro de ajedrez, lo que espero de él, sobre todo, es que me enseñe algo que me permita mejorar la comprensión del juego. Sea un libro técnico, sea una selección de partidas, para que se gane m interés, es imprescindible que sus comentarios me ayuden a entender mejor este difícil arte del ajedrez.

Hace unos meses, no muchos, llegó a mis manos "La toma de decisiones en el ajedrez posicional". A priori, tenía a su favor que el autor, Boris Gelfand tomaba como base de su formación al gran Akiba Rubinstein, que, junto con Paul Keres, es mi jugador favorito. Reconozco que también tenía cierto miedo al estilo excesivamente analítico, de larguísimas variantes sin demasiadas explicaciones, de Gelfand, algo que dejó patente en su libro de mejores partidas, aún no publicado en castellano. Este temor se disipó nada más abrir el libro, pues era evidente que toda variante era apoyada por una explicación suficiente y clara, algo que me animó a atacar su lectura con optimismo.

    El proyecto del libro es impagable: un jugador que sabe muchísimo ajedrez, Gelfand, seguramente uno de los diez del mundo que más comprende el juego, nos quiere contar cómo toma sus decisiones sobre el tablero. Para evitar que resulte ser un genio de la lámpara hablándole a eruditos, Jacob Aagard entra en acción. Aagard es un Gran Maestro que es capaz de entender a Gelfand y contárnoslo a nosotros para que lo podamos entender a su vez; que puede hacer a Boris las preguntas que los potenciales lectores se harían ante las posiciones enfrentadas, para que el autor nos descifre el porqué de cada decisión importante. Ese trabajo en equipo hace que el libro te permita asimilar constantemente conocimientos, tanto técnicos como de comprensión de lo que pasa por la cabeza de un Gran Maestro de élite cuando decide sus movimientos o planes. Además, un toque de humildad bárbaro resulta de reconocer que los planes e ideas que plantea en sus partidas, los ha aprendido, en gran medida, de Rubinstein, lo que apoya analizando las partidas patrones de los planes que luego implementa.

    A lo largo de todo el libro, Gelfand nos deja sentencias que vivirán como patrones a seguir en nuestras futuras partidas. Muchos, quizás todos, son conocidos, pero también es cierto que la inmensa mayoría de jugadores de lo más alto de la élite los pasan por alto en sus comentarios. Como muestra, quizás sirvan un par de botones:

    "...si las negras están jugando sólo con unas pocas piezas, entonces tiene sentido cambiar estas piezas para dejar sobre el tablero solamente las no desarrolladas del rival" (pag. 23)

    "Aunque las posiciones con alfiles de distinto color son generalmente tablíferas, también deberíamos señalar que hay posiciones donde los alfiles de distinto color favorecen al bando atacante, por ejemplo cuando hay una mayoría de peones en un flanco" (pag. 191)

    Creo que no exagero lo más mínimo si afirmo que estamos ante uno de los libros del que más he aprendido en mi vida. Podría enumerar dos o tres al nivel de éste, y eso en más de 40 años de aficionado dice mucho de la obra de Gelfand. Sí luego soy capaz de trasladarlo al tablero y mejorar mis partidas gracias a él, es algo de lo que el bueno de Boris, ni su gran escudero Aagard, tienen ninguna culpa. La Editorial Chessy lo ha bordado con su publicación.



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