Vasily Smyslov, el portador de la armonía II: cuando la experiencia es un grado

Son muchos los debates que se han abierto en el mundo del ajedrez, respecto a qué jugador ha sido el mejor de la historia. Comparar ajedrecistas de épocas distantes, es tan inútil como injusto, por lo que la tarea de encumbrar universalmente a un sólo jugador no debería exceder el terreno de las preferencias personales. Precisamente, mi opinión personal es la que pretendo mostrar. Y no es una afirmación absoluta de mi parecer, que siempre habita en la duda de si uno u otro, sino una reflexión en voz alta, sobre lo que últimamente ha llamado mi atención al recorrer la carrera de algunos de los más insignes ajedrecistas: la longevidad deportiva. Y es aquí cuando sobresalen sobre los demás, tres nombres que supieron perdurar a los años y a la senescencia, manejando su magisterio más allá de la sesentena, con resultados sobresalientes: Lasker aún tuvo arrebatos de genialidad en sus últimos años, como en el torneo de Nottingham 1936, donde consiguió 8,5 puntos en 14 rondas, ant...