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Mostrando entradas de 2008

Y próspero 2009

Es el tiempo de las promesas y propósitos que irán desvaneciéndose con el desgranar de los días nuevos. En enero florece el otoño de las intenciones, que se mecen acunadas por la voluntad ausente, hasta tejer un manto invisible bajo nuestros pies, para sucumbir bajo el peso de la costumbre. Dejadme que me mienta un año nuevo más. Si, permitidme que, como preparando la noche de Reyes, escriba una carta ilusoria, cuya magia durará lo que doce campanadas en la Puerta del Sol. Será como un sueño, que canta el bolero. Así, al menos, durante apenas unos segundos, creeremos aún en la segunda estrella a la derecha o en la bella que despierte al calor de un beso. Y es que me resisto a no cumplimentar de buenos deseos este año 2009. No sabría comenzar el año sin proponerme metas que no intentaré alcanzar. O lo haré solo durante breves días. Como cuando, en la escuela, comenzábamos una libreta con la mejor de nuestras letras, para culminarla con garabatos inteligibles hasta para uno mismo.

¡Feliz Navidad!

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El cartero sucumbe ante el peso de las felicitaciones navideñas, arrastrando tantos buenos deseos albergados tras un sobre franqueado y el nombre, quizás ilegible, del afortunado destinatario. Son palabras escritas para seres queridos, a veces olvidados durante el año. El milagro del Espíritu de la Navidad. Pero no voy a felicitar a aquellos que quiero. No. Voy a contradecir las leyes de la estrategia, y colocaré mi caballo en g2. O mi rey en d5 en pleno medio juego. También voy a triplicar mis peones, y a aislar un par de ellos. Quizás desarrollaré mi dama en la jugada dos. Si, todas esas barbaridades perpetraré desde este blog. Y es que mis mejores deseos serán para aquellos que durante este año habeis dudado de mí; para los que me habeis dado la espalda, cuando más falta me hacía una sonrisa; para quienes hablais mal de mí cuando no estoy presente; para todos los que me pusisteis a prueba, esperando que fallase; para esas manos que se me negaron cuando tendí yo las mías; para esas p

La estrategia del riesgo I: LM Vieito - Félix J. Montoya, 1980

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El título de este artículo, La estrategia del riesgo, lo es también de un magnífico libro que el GM Gufeld dedicó a la vida y partidas del jugador soviético Leonid Stein, uno de los más originales e imaginativos ajedrecistas que se conocen. No es un secreto para mis amigos, la lista de mis jugadores favoritos, y que en ella, salvo Akiba Rubinstein, no caben jugadores de corte conservador: Misha Thal, Paul Keres, Viktor Korchnoi y Bobby Fischer pueden ser tachados de cualquier cosa menos de especulativos. Buscaban, y Korchnoi aún la busca, la victoria a cualquier precio, violentamente, sin ambages. Tampoco es un secreto que el primer libro con algo de nivel que leí de cabo a rabo fue "El arte del sacrificio en ajedrez" de Rudolf Spielmann. Por último, si comentamos que mi partida favorita es la Portisch-Thal, del Candidatos de Amsterdam 1964, donde Misha llegó a jugar con tres piezas de menos, tras otros tantos sacrificios no aceptados, concluyendo la partida en tablas ante el

Vivir el Ajedrez

El ajedrez, como la vida, está habitado por personas de muy diferente factura, cada uno con sus ilusiones, inquietudes, objetivos y miserias. De todo hay. Y también como en la vida, juzgamos y tratamos al prójimo a través del tamiz de nuestra propia visión del mundo, que consideramos única e irrefutable, como una combinación que nos lleve al mate en pocas jugadas. Y resulta que la realidad es muy distinta a nuestra percepción, que existen otras formas de ver el ajedrez tan diferentes que no cabe otra que conceder que todo cabe en este tablero traidor. Si nos fijamos en la élite ajedrecística, hombres como Bobby Fischer, Gary Kasparov, Lev Polugaevsky, Efim Geller, Mihail Botvinnik, han dedicado su vida y un altísimo porcentaje de su tiempo al estudio del ajedrez. El genio de Brooklyn invertía más de diez horas al día al análisis de partidas y posiciones. Polugaevsky fue un investigador incansable del Laberinto Siciliano. Geller goza como uno de los teóricos más reputados del nuestra Hi

Revisando la Historia: Pachman-Doda - La Habana, 1965

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Hace 43 años, que una partida entre dos maestros de segunda fila llegase a ser conocida por la masa ajedrecística era poco más que un sueño. En 1965 el Infomator no era más que un proyecto, y tardaría aún muchos años tras su publicación, en llegar al común de los aficionados. Las bases informáticas eran ciencia ficción, y las revistas especializadas de la época, pocas, no malgastaban papel y tinta en atender enfrentamientos menores, cuando con las batallas entre los Fischer, Smyslov, Spassky y compañía ya tenían suficiente como para nutrir varias ediciones. Supongo que fue este anonimato lo que animó al GM Checo Ludek Pachmann, buen jugador y excelente didáctico de ajedrez, a narrar con exageración su partida contra el polaco Zbigniew Doda, del Memorial Capablanca de 1965. El famoso torneo en el que Bobby Fischer jugó por telex desde el Manhattan Chess Club, al negarle las autoridades estadounidenses el visado hacia Cuba. Pero hoy no toca hablar de Fischer. El protagonista es Pa

Los tres deseos

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Cuando el GM Nigel Short nos visitó el pasado mes de Junio, tuve la fortuna de recibir tres regalos inesperados. Del primero de ellos ya hablamos en este blog, y llegó de parte de mis compañeros de club. El segundo alimentó mi vanidad, al observar el GM británico mi brillante juego táctico durante nuestra partida. Claro que este regalo recuerda más bien al carbón de los Reyes Magos, pues lo efectista de mis dos sacrificios quedó en nada al ser ignorados por el Maestro. El tercero es un pequeño tesoro. Mientras preparábamos la visita de Short, el GM Alfonso Romero y yo hablamos largo y tendido en varias ocasiones sobre nuestro ilustre visitante. Romero me recordó una partida que Short había ganado a Jaan Timman, en 1991. Lo original de la misma, radicaba en la increíble incorporación del rey blanco al ataque de mate contra el monarca enemigo, en una posición total de medio juego. La partida en cuestión la publicamos en la web de nuestro club, con unos breves comentarios basados en las

El amigo Paul I: Keres-Fischer, Curaçao 1962.

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Si El Gran Akiba fue el mejor jugador del mundo durante el primer cuarto del siglo XX, Paul Keres ocupó su lugar entre los años 30 y los 60. El hecho de que tanto Spassky, en una entrevista publicada en Peón de Rey, como Korchnoi, en su visita a Novelda en 2007, consideraran al estonio como un jugador muchísimo más fuerte que Botvinnik, Smyslov, Petrosian o Thal, no hace más que afirmar nuestra opinión. Los dos han compartido torneos, análisis y, sobre todo, Olimpiadas, donde ser tomar consciencia de la verdadera fuerza de Keres. Puede resultar paradójico, pero una de las partidas que más me llamó la antención de Paul Keres, fue una que acabó en tablas. Aún no había leído su genial "Mi estilo en ajedrez", aunque de todas formas esta partida no aparece en él. Pero si lo hace en el libro "Bobby Fischer, su vida y partidas" de Pablo Morán, colección Escaques, que los hermanos Montoya me dejaron repetidas veces. Leí las partidas de ese libro en varias ocasiones, y

El Gran Akiba I: Rotlewi-Rubinstein, Lodz 1907

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Hay partidas que nos influyen de una manera determinante en nuestra forma de entender el ajedrez. Y no me refiero a la comprensión como medio para alcanzar un nivel ajedrecístico, sino al entendimiento del juego en todas sus facetas, independientemente de nuestra fuerza como jugadores. La que vimos anteriormente, entre Christiansen y Korchnoi fue una de ellas. La de hoy representa la carta de presentación de quien ocupa el primer lugar de mis preferencias, y a quien va dedicado este blog: Akiba Kielelewich Rubinstein, sin duda el mejor jugador del primer cuarto del siglo XX. Su partida contra Rotlewi es todo un modelo de ejecución táctica de un plan estratégico bien concebido. Desviación, sobrecarga, ataque sobre columnas y diagonales (la geometría del tablero, en suma), tiempo contra materia, son varios de los temas tácticos empleados por Akiba en esta partida. La primera posición importante, se produce recién acabada la apertura: En verdad, había estudiado esta partida innumerables

Viktor El Terrible I: Christiansen, L-Korchnoi, V - Linares 1979

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Qué los finales son la parte de la partida de ajedrez que más me gusta estudiar, no es ningún secreto para quienes me conocen bien. Las posiciones con pocas piezas, en general, y los finales en particular, (ambas situaciones no siempre son sinónimas) representan la esencia de nuestro juego, donde cada pieza muestra sus virtudes y carencias, más que en cualesquiera otras facetas de la partida. Al no estar rodeados de cómplices, cada uno de los trebejos restantes ha de valerse por si mismo, enfrentándose a estructuras de peones, casillas fuertes y débiles, iniciativas u otros conceptos ajedrecísticos, sin más ayuda que sus propias capacidades. Desde hace muchos años que estudiar este tipo de posiciones me resulta muy divertido, mucho más, desde luego, que dedicar mi tiempo a las aperturas o a posiciones de medio juego con casi todas las piezas sobre el tablero. Esto, desde luego, no siempre fue así. Al comienzo de mi afición, los finales los veía como a

Tratado de buenas maneras en ajedrez III: Experiencias recientes

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La experiencia es la madre de todos los conocimientos, por lo tanto, este Tratado de Buenas Maneras en Ajedrez merece que ilustremos con casos reales alguna de las situaciones digna de aparecer en esta serie de artículos. TBM 3.1....El Alarido Durante la disputa del Interclubs, pude ampliar mis conocimientos sobre la actitud humana ante una partida de ajedrez, y el comportamiento heterodoxo de algunos jugadores. Los antecedentes son los siguientes: a) Juego contra un rival teóricamente superior a mi (unos 150 puntos ELO) b) Le doy un soberano baño posicional. Estratégicamente la tengo ganada c) Cerca de los apuros de tiempo, repito varias veces una maniobra forzada, pero intercalando jugadas de rey o peón cada dos jugadas para evitar que mi rival reclame tablas. En el silencio de la sala (o sea que eran más tarde de las 18.00 horas, y los de la xaramita cana ya habían concluido el concierto vespertino-sabatino con el que amenizan nuestras partidas durante la apertura) todos concentrado

Maestro Postal

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Hace unos días, tras 28 años de práctica del ajedrez postal, he conseguido mi ascenso a la categoría de Maestro, de la Asociación Española de Ajedrez por Correspondencia. Me hace una ilusión especial, pues no deja de ser un premio a tantos años de juego, casi 1000 partidas, en el que tanto ha cambiado el mundo y, por lo tanto, el ajedrez postal. De las viejas tarjetas impresas, al actual webserver donde puedes jugar casi en tiempo real. De los antiguos blocs de posiciones, en los que las piezas de cartón acababan inservibles de tanto uso, y que te llevabas a todas partes, al chessbase de hoy en día. De los libros de aperturas de Máximo Borrell o Pachmann, pasando por las fotocopias de la carísima enciclopedia yugoslava, a las bases de datos con millones de partidas. De la consulta a compañeros que sabían más que tú, al análisis con Fritz, Shreeder, Rybka, Tiger o cualquier módulo que se pase por nuestro PC. La diferencia con tu rival sigue siendo la de siempre: uno mismo. Ahora, con ta

Ajedrez, juego de reyes

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Hoy leo, con una agradable sensación de sorpresa, la crónica que Rocío García Picazo escribe en la página http://www.ajedrezvalenciano.com/ , sobre el campeonato de España sub-14 por equipos. Me ha llamado la atención, sobre todo, el párrafo siguiente, que cito de forma textual: "Para terminar mi crónica, os pondré mi opinión particular, para mí, el Ajedrez es algo más que el tablero, somos un grupo de personas a las que nos gusta lo mismo. Los enemigos sólo están en el tablero, una vez acabada la partida, todos somos mejores o peores personas, pero siempre puede haber buenas amistades con cualquier persona de cualquier comunidad. Yo puedo presumir de que tengo muy buenos amigos/as en otras comunidades" Qué una muchacha de catorce años haga pensar a un veterano resabiado de cuarenta y tres, dice mucho del sentido común de Rocío. Ayer mismo, uno andaba desanimado, dándole vueltas a la cabeza, tratando de comprender el porqué, a pesar de los esfuerzos que se le prestan al estud

El mejor premio

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Siempre me he sentido solo y aislado de la gente. Como me dijo un buen amigo hace muchos años, antes de que una famosa franquicia adoptara la frase para un anuncio de televisión, uno es, de alguna manera, una República Independiente. Supongo que, en realidad, todo ello no es más que el reflejo de una infancia y una juventud determinadas por la supervivencia y el ir cambiando frecuentemente de ciudad de residencia. Llegar a un sitio con casi doce años es complicado, y no resulta sencillo sentirse aceptado sin reservas. Esa suspicacia es innata en el desarraigo, y permanece, involuntariamente, en el subconsciente del que llega. Uno no acaba de encontrar su lugar, y el espíritu nómada perdura aún en los más insignificantes detalles. Porqué sinó errar de club en club de ajedrez (Castalla, Sax, Casino...) hasta encontrar la que creo que es mi verdadera casa (Escacs, claro). También me ha ocurrido en otras experiencias de mi vida. Estas quedan sólo para mi. La rebeldía vive a flor de piel, y

Tratado de buenas maneras en ajedrez II: Tics, gestos y manías.

Qué los ajedrecistas somos unos tipos raros, es de manual. No me extrañaría que, algún día, nos dedicasen un documental en el National Geographic, o en el Canal Natura y lo titulasen: "El Cortejo de la Presa" o también "Hipnosis sobre el tablero". Y es que ciertamente, no sólo tenemos que luchar contra las buenas jugadas de nuestros rivales, sino contra todo un crisol de danzas rituales, más propias de la cultura maorí que del noble arte del ajedrez. Y todo puede empezar antes de sentarte a jugar. Miras el emparejamiento, tablero 31, blancas contra quien sea. Buscas en la sala de juego y encuentras tu sitio. Lo que no se vé es ni el tablero ni el reloj: coca cola, bocata, agua, aspirinas, el reloj de pulsera, el móvil apagado, el paquete de tabaco cerrado y el mechero, las llaves del coche, y una estampita de la Virgen de Lourdes, por si se aparece. Te sientas, le das la mano al tendero, y el hombre no te suelta, mientras busca azaroso las planillas: si estaban por

La jugada perfecta

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Tal y como nos enseña Kasparov en su libro "Cómo la vida imita al ajedrez", tanto una como otro, acaba asignándonos nuestro lugar, acorde, generalmente, a nuestras capacidades, deseos y esfuerzos. Luego, el resultado quizás no sea siempre el esperado, pero los gestos, costumbres, hábitos y rutinas se repiten año tras año, y a condición de que estos no varíen, salvo que lo hagan para una evidente mejoría, la cosecha será más o menos satisfactoria. Uno se educó ajedrecísticamente a base de palos. No tuvimos la suerte de que alguien nos explicara los temas tácticos o estratégicos, así que nos tuvimos que encomendar a los libros de la Editorial Bruguera y al prolífico autor Fred Reinfeld, firmante de obras, alguna de ellas excelente, otras infumables. Nuestros mayores no estaban para darnos clase, y los de nuestra generación tuvimos que buscarnos fuentes de donde beber. Pronto tomamos los jóvenes la responsabilidad del equipo patrio. En los años ochenta, un grupo de jóvenes repre

Mis amigos del alma I: Clase magistral de arbitraje en La Roda

El ajedrez nos ofrece momentos impagables, sea bien por las satisfacciones propiamente deportivas, bien por esos instantes compartidos con buenos amigos. Este año no tuve ocasión de participar en el Open Internacional de La Roda, donde encontrarme con tanta gente conocida y apreciada. No es un secreto que Juanjo (Llavador), Ana (Pastor) y Rafa (Del Valle, claro) son un grupo de amigos del que me precio formar parte. Juanjo y Ana estuvieron en La Roda. Rafa y yo, desgraciadamente no. El día de la última ronda, domingo 23, visité el torneo para estar unas horas con mis compañeros de club, Guti, Ana, José Manuel y mi hija Ariadna. Fue una jornada entrañable, entre la nostalgia por no haber jugado y la alegría por ver a los cuatro contentos, aunque cansados. La última ronda nos obsequió con uno de los mejores momentos del torneo. Tras 25 minutos transcurridos de la misma, con un silencio casi absoluto en la sala, los visitantes del Club Escacs observábamos de forma panorámica la sala de ju

¿Qué es el ajedrez?

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Pregunta repetida e irresoluble, como todas las grandes cuestiones de la Humanidad. Grandes Maestros, míticos algunos, han plasmado para la posteridad sus reflexiones sobre el tema. Todos y cada uno de quienes jugamos, o han jugado, al ajedrez, tendrá su propia respuesta. Compararlo con la vida, es una tentación que los más grandes no han podido eludir: desde "El ajedrez es como la vida" de Spassky, hasta "El ajedrez es mi vida" de Korchnoi, pasando por el más tajante de los tres, "El ajedrez es la vida" del inolvidable Bobby Fischer. Loas como la de Lenin, buscan una resolución menos vital de la definición: "El ajedrez es la gimnasia de la mente" o la de Göethe: "El ajedrez es la vara de medir el intelecto humano". Gary Kasparov dijo que es el deporte más violento que existe. O Tolia Karpov que el ajedrez es un arte. Todo esto está muy bien. Grandes frases. Hermosos pensamientos que nos encaminan hacia una Filosofía del tablero, en la

Tratado de buenas maneras en Ajedrez I

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Vivimos en un tiempo en el que los buenos modales no andan a la última. Pareciera que un comportamiento cortés o educado, se valore como trasnochado en este joven siglo XXI. El Ajedrez no se libra de este mal gusto generalizado que, de momento con más pena que gloria, los reglamentos tratan de eliminar. Anda el asunto del apretón de manos al comenzar y concluir la partida, entre los más polémicos del momento. Todo comenzó con el match Kramnik-Topalov, cuando el búlgaro acusó a Vladimir de usar el aseo como sala de análisis con PC. Al final, el tema concluyó con un monumental escándalo y los dos rivales evitando, aún hoy, darse la mano. La Federación Internacional de Ajedrez, a raiz de ello, incluyó en sus normas que negarse a dar la mano supodría la pérdida de la partida. Claro, si los dos están de acuerdo en no saludarse, pues no hay sanción. Mala ley, entonces. Cheparinov a punto estuvo de perder contra Short por tal villanía. Casualidad: el mánager de este último negador de manos es

Reyes sin corona

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Indeleblemente, desde siempre, he sentido una especial simpatía por aquellos ajedrecistas que, demostrando una maestría indiscutible, no han visto premiado su talento con el título de Campeón del Mundo. La primera muestra de ello fue mi predilección por Viktor Korchnoi, en sus enfrentamientos con Anatoly Karpov en 1978 y 1981. Ignoro cuál hubiera sido mi actitud hacia él, en el caso de haber vencido en alguno de esos matches. Aún hoy, es uno de mis favoritos, tanto por este singular Sindrome de Estocolmo, como por la pasión que siente al sentarse frente al tablero a sus tan bien llevados 77 años. Con el tiempo, cayó en mis manos un libro que se convirtió en mi Biblia ajedrecística, y todavía lo es: Mi estilo en ajedrez, de Paul Keres. La descripción que Ricardo Aguilera relata del jugador estonio es un tratado de caballerosidad ante el tablero. Sus partidas, comentadas con total humildad, transmiten la sabiduría de un Gran Maestro inigualable. No en vano, tanto Korchnoi como Spassky lo