Tratado de buenas maneras en ajedrez III: Experiencias recientes


La experiencia es la madre de todos los conocimientos, por lo tanto, este Tratado de Buenas Maneras en Ajedrez merece que ilustremos con casos reales alguna de las situaciones digna de aparecer en esta serie de artículos.

TBM 3.1....El Alarido

Durante la disputa del Interclubs, pude ampliar mis conocimientos sobre la actitud humana ante una partida de ajedrez, y el comportamiento heterodoxo de algunos jugadores. Los antecedentes son los siguientes:

a) Juego contra un rival teóricamente superior a mi (unos 150 puntos ELO)

b) Le doy un soberano baño posicional. Estratégicamente la tengo ganada

c) Cerca de los apuros de tiempo, repito varias veces una maniobra forzada, pero intercalando jugadas de rey o peón cada dos jugadas para evitar que mi rival reclame tablas.



En el silencio de la sala (o sea que eran más tarde de las 18.00 horas, y los de la xaramita cana ya habían concluido el concierto vespertino-sabatino con el que amenizan nuestras partidas durante la apertura) todos concentrados, las cabezas inclinadas sobre los tableros, todavía ocho en juego, se erige majestuosa la figura de mi rival, que, levantándose de su asiento, con los brazos abiertos y las palmas hacia arriba en plan saludo papal, declama con potente voz y no menos dramatismo:

- TAAAAAAABBBBBBBBBLLLLLLLLLAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSS

Levanto la cabeza y veo al Cristo Redentor de Río de Janeiro, que me mira como poseso de un virus invacunable.

- Esto son tablas, has repetido esa jugada muchas veces, afirma.

- Ya, le contesto, pero enmedio he movido el rey y este peón, señalo cortés.

- Eso da igual, me replica. Leete el reglamento de la FIDE, eso son tablas.

No, claro, no eran tablas. Fue un rosco como una casa para mí. El genial visitante acabó sacándome de quicio. Y al resto de mi equipo también.


TBM 3.2: Composiciones de primavera

No se trata de ninguna sonata de Beethoven ni de ningún relato corto de Leon Tolstoi. Hablamos de un tic nervioso, a veces consciente a veces inconsciente, que obliga a quien lo padece a componer todas las piezas recién jugadas de su rival.

Hasta ahora lo hemos visto sólo en niños entre 12 y 14 años y, generalmente, contra jugadores veteranos que sobrepasan la cincuentena. Sistemáticamente, tras el movimiento de su rival, recolocan la pieza movida, con el soniquete repetido: "Compongo"

Hace poco, vi como en un tablero de cierto torneo en el que un servidor jugaba, una y otra vez, invariablemente, sucedía la misma escena, mientras el sufrido veterano iba acumulando tensión y estrés ante la mala praxis del bisoño rival.

Recomendamos el siguiente tratamiento:
a) Colocación incorrecta y voluntaria de las piezas, para que la composición de nuestro rival tenga objeto y finalidad. Asegurarse de que la mayor parte de la pieza está en el escaque de destino, no nos la cambien de casilla y la perdamos sin remedio.

b) Contraataque con ingesta de Doritos al ultraqueso de Cabrales, con masticación sonora y aromática. Molesta más que el compongo, e igual se da por aludido el compositor. Atenta contra estos principios de buenas maneras, pero es una solución de apaño.

c) Hacerse el sordo: ahora te comes mi pieza. He dicho compongo. No te he oido. Posibles efectos secundarios:
c1) Pérdida de credibilidad: en el fondo es una marranada hacerle esto al chaval.
c2) Riesgo de incentivar el canto tirolés: Al próximo compongo, te lo canta al estilo helvético, al canto gregoriano o te lo rapea a ritmo. Es muy molesto.
c3) Qué el púbere comience a colocar sus piezas mal y te amoneste por componer tú. Queda feo discutir con un niño.

d) Lo mejor: hacer ver al monitor del niño que no está haciendo bien su trabajo. Mucha siciliana, mucha india de rey, pero modales y educación, nada de nada. Y lo peor, es que los descorteses abundan. Y no sólo entre los más pequeños.

Estad atentos a las próximas entregas.

Comentarios

anonimo ha dicho que…
Haciendo una analogía con la Guerra de las Galaxias, te diría que te topaste con un jugador del lado tenebroso de la fuerza. Contra este tipo de jugadores, ya no te enfrentas solo en un tablero de 64 casillas, si no, que cobra una dimensión fuera del tablero, donde su objetivo es afectar tu psicología, provocar tu cólera y tu desquiciamiento, donde quieren soliviantarte psicológicamene, demostrando superioridad fuera del tablero cuando en el tablero no están pudiendo.
Contra este tipo de jugadores, que piensan que se encuentran en posesión de la verdad, que tienen su propio reglamento de ajedrez, contra este tipo de gente, has de mostrarte impasible, y atacarles donde más les duele, que en este caso, su orgullo o ego, como quieras llamarlo.
¿Cómo?, pues en el caso concreto que comentas, cuando empezó a levantar los brazos y gesticular, son tablas, son tablas, altaneramente debieras haberle contestado: ¿Estás reclamando algo?, tablas te contestaría él, y tú le volverías insistir, pero ¿estás reclamando algo?, para calentarlo más, y el te seguiría contestando: que son tablas por repetición te estoy diciendo, y tu: pues si estás reclamando algo hazlo correctamente, como dicen las normas. Que fuese él, el que parase el reloj. Si te hubiese parado el reloj, entonces le tendrías que haber soltado: "dos minutos para mí por reclamación ilegal, has reclamar en tu tiempo, así que cuando te toque reclama lo que quieras", y lo hubieses cabreado que no veas. Después de jugar, si vuelve a parar el reloj, y te reclama tablas, tu otra vez, ¿pero qué estás reclamando?. El: te estoy diciendo q tablas. Tu:¿Tablas por qué?, y si no te lo reclama bien, le sueltas, otros dos minutos para mi por reclamación ilegal, a la tercera pierdes, y si no explota, poco le faltaría.

Si no entras en ese juego, él consigue su objetivo, habiéndose comportado antideportivamente, al no haber reclamado correctamente,y rompiendo tu estado de concentración, y habría salido de rositas.

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